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Alguna vez, ¿habéis acudido alguna vez a vuestro podólogo y habéis escuchado la palabra retroniquia? ¿Suena rara verdad? ¡¡¡Pues no os asustéis!!! Se trata de una inflamación del pliegue de la uña y está asociado a inflamación, infección o puede incluso aparecer tejido de granulación entre la uña y la piel (es decir… exceso de piel que provoca un aumento de volumen de la piel) y finalmente, la uña suele presentar una coloración amarillenta debido a que se despega de la parte proximal de la uña. Su diagnóstico es principalmente clínico, aunque nos podemos ayudar con una ecografía (prueba no invasiva).

El desencadénate más frecuente son los microtraumatismos repetitivos sobre el extremo distal de la uña como los que pueden producir el baile, correr, llevar las uñas largas o calzado incómodo, que iniciarían una separación entre el lecho ungueal y la matriz, generando un proceso inflamatorio con tejido de granulación. Este proceso inflamatorio, impide la fijación de la nueva uña al lecho ungueal, pudiendo provocar un círculo vicioso en el que se podrían superponer varias láminas ungueales bajo el pliegue ungueal proximal.

La avulsión de la vieja uña que provoca la sintomatología dolorosa, suele ser el tratamiento de elección y produce un alivio rápido.

El podólogo es el profesional sanitario con los conocimientos, habilidades y aptitudes para realizar las actividades dirigidas a la prevención, al diagnóstico de las afecciones y deformidades de los pies, así como tratar o prescribir el tratamiento conservador o quirúrgico que necesite el paciente.

A continuación, os mostramos algunas fotos de un caso clínico de una paciente que tuvo una retroniquia durante el confinamiento. Debido a no ser tratada durante los meses del confinamiento, provocó una infección proximal provocando una ruptura cutánea, así como alteración en la raíz de la uña causando una onicogrisosis ungueal, por los que el tratamiento de elección fue la alusión ungueal y reconstrucción del eponiquio.